UN NUEVO AMOR

- Clases sociales, nunca pensé que esa sería tu excusa para terminar conmigo - bufó Bella con sus ojos repletos de lágrimas.

- Bella sólo quiero que tengas lo mejor… lo que yo no te puedo dar ni hoy ni mañana ni nunca. Quiero que seas feliz. Soy un simple chofer, tú estás acostumbrada a lujos, viajes, a todo.

- Edward, sabes que lo material es lo que menos me importa… no quiero viajes, autos ni lujos si no te tengo a ti. Te amo - dijo colocando sus pequeñas y cálidas manos en ambos lados de mi rostro. Se levantó en la punta de sus pies para tener mejor alcance a mis labios y aunque moría de ganas por besarla volteé mi rostro a otro lado.

- A tu familia y amigos les importa - le recordé con voz triste. A mi mente llegaron todos los desplantes de los padres de Bella tanto como los de sus amigos de los que he sido víctima.

- Sabes que a mí no me importa lo que opinen.

- Eres una pequeña mentirosa - acusé tomándola de la mano. - Sabes que te importa su opinión, serías completamente feliz si tuvieras su apoyo.

- Edward… - coloqué dos de mis dedos sobre sus labios impidiéndole replicar.

- A mí sí me importa. Deseo poder estar en el mismo lugar que ellos sin discutir o lanzar indirectas. Quisiera poder ser amigo de tus amigos pero sé que es un imposible puesto que tenemos gustos diferentes.

- Pídeme que me aleje de ellos y lo haré - rogó.

- Ese no es el punto, Bella. Nunca te pediría algo así, te dañaría.

- ¿Entonces cuál es el punto? - demandó.

- Debes buscarte un nuevo amor, alguien que tenga una profesión y sin embrollos de dinero. Alguien que hermane con tus padres y amigos - la escuché sollozar. ¡Diablos, no la quería hacer llorar! Pero no podía parar, tenía que lograr que se alejara de mí, de un don nadie como yo, no la merecía.

Recuerdas la última vez que olvide nuestra cita - asintió. - Debes buscarte un nuevo amor que se acuerde de las fechas y cumpla sus promesas. Que te abra la puerta, te retire la silla para que te sientes, te seda el paso, que sea un caballero.

Alguien que no te monte una escena de celos - me senté junto con ella en mi viejo sofá de mi departamento. - ¿Recuerdas la escena que te armé a tu primo Jacob por abrazarte?

Asintió. - Tú no lo sabías que no era mi primo - rebatió.

- Ése es el punto, debes buscar alguien que cuando los celos lo carcoman no te diga nada. Que no guarde sus problemas para sí solo. Que no alegue a la hora de la cena. Que su alma sea pura.

- Edward - se sentó en mi regazo y junto nuestras frentes. - No voy a encontrar nunca a alguien con quién pueda caminar tomados de la mano sin importar las miradas de la gente - depositó un pequeño beso en mi nariz. Alguien con quien pueda observar las estrellas desde lo más alto de la ciudad y que con un beso me obsequie una de ellas. Alguien que haga estremecer con tan sólo una mirada como tú no voy a encontrarlo.

Alguien que me haga tocar el cielo con las manos no voy a encontrarlo - acarició mi cabello con sus manos provocando que un escalofrío recorriera mi espalda. Sonrió al notarlo. No voy a encontrar un nuevo amor que me haga llorar de tanto amar y sobre todo no voy a encontrar a alguien que me ame de verdad. ¿Sabes por qué? - preguntó con pequeñas y delgadas lágrimas resbalando por sus pálidas mejillas. Negué con mi cabeza con un nudo en la garganta que no me dejaba hablar.

Ya lo encontré y no voy a alejarme de él por lo que piensen los demás. Ni por dinero ni por nada. Te amo, Edward.

- Yo también - la besé apasionadamente. ¡Dios sólo sabe cuánto la amaba! Rocé su labio inferior con mi lengua rogando por acceso a mi cielo personal. Sentir su suave lengua acariciando la mía era la mejor de las sensaciones. Nos separamos con la respiración agitada y con una sonrisa tonta en los labios.

- Te amo, Edward - volvió a repetir, su sonrisa haciéndose más grande. - Nada ni nadie nos separará - hizo una pausa dramática. - Incluyéndote a ti.

Solté una carcajada, Bella me pegó juguetonamente en el hombro. - Ni yo - prometí juntando nuestros labios nuevamente.