Voterra, 15.10.2006
Sentía el frío filo de la navaja en mi cuerpo,
Sentía la sangre derramarse por mi brazo,
Sentía ese olor a oxido y sal,
tan familiar para mí,
Sentía ese dolor agudo en mi muñeca,
Veía la oscuridad caer sobre mí.
Sabía que este era mi fin,
el fin de todos los males,
de todo ese dolor sufrido por él;
y por ella...
Ya él no me estrañará,
ahora la tiene a ella,
será otra la que podrá sentir sus suaves caricias,
sus tiernos besos,
su dulce escencia,
y nunca más podre sentir
como me profesaba su amor.
Y ahora, con mis brazos llenos de sangre,
envuelta en una manta de oscuridad,
me despido para siempre...
Bella
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